17 de junio de 2008

Mi corazón

No sabía que aquel culo era un corazón dibujado en su honor. No sabía que aquella manera de colocarme sobre la cama, aquel dibujo de mi cuerpo listo para despertar todos los demonios de su lujuria, era mi forma de buscar su amor.

Porque, sólo con su cuerpo embistiendo el mío en estocadas de pasión, él era capaz de demostrar algo parecido al amor. Porque sólo sintiendo la dureza de su sexo rebotando con fuerza en las profundidades de mis entrañas, yo disfrutaba al menos por unos instantes de su cariño, de su atención, de su extraño y mudo amor.

No, él no lo sabía. No sabía cuánto necesitaba su aliento hirviendo sobre mi nuca, susurrándome “tu culo es mío, sólo mío”. No sabía que mis jadeos y suspiros, más que por el placer inmenso de tenerle dentro, eran por la plenitud de sentirme suya. No. Él nunca supo cuanto le amaba, ni yo que su locura consistía en amarme de aquel modo brutal.